A veces hay que detenerse un momento y echar la vista atrás para recordar cómo se ha llegado al punto actual. Algo que parece que hay que traer a la memoria de Daniel de la Rosa, a tenor de sus últimos movimientos, con los que demuestra que no hay más ciego que el que no quiere ver.
Si Daniel de la Rosa se caracteriza por algo, es por ser un maestro en dar la vuelta a las cosas, siempre a su favor. Se refugia en permanentes campañas propagandísticas, que emulan una y otra vez a Sánchez, y que no se escapan a ningún ámbito: eil último, la puesta en marcha de la administración electrónica en el Ayuntamiento de Burgos.
A nivel interno, empieza a colgarse medallas de realizaciones que no existen pero que necesita, remitiendo un correo electrónico en el que insiste en que la implantación de la administración electrónica es hoy (ayer quizás no) un objetivo fundamental de su gestión. Y lo hace sin ningún tipo de rubor, cuando no será una realidad este mandato y su tiempo ya ha finalizado.
Pero veamos los antecedentes. En el anterior mandato, el Partido Popular diseñó un plan para la implantación de la administración electrónica que se adaptase a las sucesivas prórrogas y exigencias legales para mejorar la relación con los burgaleses.
El PSOE, que por aquel entonces lideraba la oposición, se negó tajantemente a facilitar los créditos necesarios para avanzar en dicha implantación, aprovechándose de la situación de minoría del equipo de Gobierno.
Así, los populares solo pudimos adaptar la gestión de tributos a través de una herramienta que, con el paso de los años, se ha demostrado un éxito en este camino, facilitando la gestión en el día a día de la Casa Consistorial.
Pese a las advertencias realizadas, De la Rosa eligió así (y sin inmutarse lo más mínimo) el camino de la ilegalidad, la irregularidad y el fracaso en una decisión que, como tantas otras promesas suyas, se ha atascado en el tiempo volviéndose en su contra.
Un camino ilegal, porque desde 2021 el Ayuntamiento de Burgos incumple por su culpa este requisito, e irregular, porque no solo se incumple, sino que es el único responsable junto con Ciudadanos de cuatro años de retraso que han llevado a la administración a una situación de caos de la que es consciente todo el mundo.
Una situación que ha derivado en la caducidad de decenas de expedientes, retrasos inaceptables, pérdida de expedientes, que esconde poniéndose medallas. Unas medallas que nadie en su sano juicio se atrevería a colgarse a razón de estos antecedentes.
La realidad, mal que le pese, son quejas y más quejas por la calidad de los servicios que se prestan a los burgaleses. Un 95 por ciento más que hace un año. Dato mata relato.
Daniel de la Rosa ni siquiera se ha preocupado de diseñar alguna acción de sensibilización para preparar a trabajadores y ciudadanos para la implantación de la administración electrónica y, frente a esto, se limita a prometer para el futuro, copiando propuestas de otros grupos, asegurando que descentralizará el Ayuntamiento utilizando la red municipal de centros cívicos.
Daniel de la Rosa pasará a la historia como el alcalde que protagonizó cuatro años en blanco en el peor momento para los burgaleses y aquel que disparó, sin importarle lo más mínimo, el gasto corriente del Ayuntamiento, condicionando a futuros gobiernos. Así no señor De la Rosa. Los burgaleses se lo harán saber el 28 de mayo.